viernes, 28 de noviembre de 2008

Doce hombres sin piedad


Número 8: No digo que sea inocente. Pero si vamos a enviarlo a la muerte, al menos se merece que perdamos el tiempo hablando sobre ello ¿no creen?

Título original: Twelve angry men
Director: Sidney Lumet
Actores: Henry Fonda, Lee J. Cobb, E.G. Marshall, Jack Warden, Ed Begley, Martin Balsam, John Fiedler, Robert Webber
Año: 1957
Duración: 95 minutos (aproximadamente)
Trailer: http://www.youtube.com/watch?v=A7CBKT0PWFA

Impresionante obra maestra de los 50. El comienzo no puede ser más prometedor: finaliza el juicio, sin haberlo visto, y el espectador es trasladado a la sala donde los doce miembros del jurado deliberan sobre el caso. 90 de los 95 minutos de la cinta, aproximadamente, serán los que pasará la cámara junto a estas personas. En apariencia es un sencillo caso de asesinato sin demasiadas complicaciones, donde once de los jurados no dudan en condenar al presunto culpable... pero el número 8 parece que tiene algo que añadir, dando lugar a una dura batalla verbal con increibles momentos de tensión. Lo que sólo me había pasado con Caballero sin Espada me vuelve a pasar aquí: las palabras provocan sensaciones más fuertes y violentas que cualquier espectáculo barato de disparos y explosiones. Por supuesto, para añadir más tensión a la situación hay un cuchillo en medio de la mesa que en varios momentos de la película parece que más de un miembro del jurado vaya a usar contra otro (en el sentido más físico posible, claro)...

Por supuesto, los doce miembros que componen el jurado popular son tópicos de los que posiblemente no falten en estas formaciones: el de los prejuicios, el que se la suda, el que lo considera un gran honor y responsabilidad, el cabezón (aunque de estos hay varios)... Toda una serie de personalidades que han de chocar inevitablemente unas con otras mientras la vida de un hombre pende de un hilo. Toda una exposición sobre la presunción de inocencia, la responsabilidad y los entresijos de los juzgados populares tan habituales en América.

La obra original es de teatro. Su origen es fácilmente apreciable por la monotonía espacial de la película y el énfasis en las palabras sobre las acciones, aunque dado el tema que se trata es bastante obvio. Aún así, resulta destacable la actuación de los protagonistas. La tensión entre ellos es palpable, y los primerísimos planos que recibe el más viejo del jurado hace que pienses si al pobre hombre le va a dar un ataque de corazón ahí mismo o le van a salir colmillos y dedicará una horrible sonrisa al resto de sus colegas (a lo Bela Lugosi).Enfados, confrontaciones, arrepentimientos, cabezonería, pruebas, hechos, caballerosidad... Lo mejor es que no sabes con qué va a salir ahora cualquiera de las doce personas. Vale, puedes pensar que Henry Fonda va a ganar porque es "el protagonista", pero nunca podrás aventurar con qué te va a salir él para defender su postura o cualquier otro para defender la suya.

En fin, todo un ejemplo de lo que el cine ha dado de sí en el pasado, y más ganas de vomitar al enterarme que alguien hizo un "remake". No lo he visto, ni creo que lo vea, pero me resulta complicado imaginar algo mejor que la original. Si te gusta el cine "de juicios", ya la habrás disfrutado; y si no eres aficionado a este tipo de cine... bueno, siempre puedes probar y cambiar de opinión. ¡P.O.M.* en todos los sentidos!


* (Puta Obra Maestra)

lunes, 27 de octubre de 2008

Harry el Sucio


Alcalde: No quiero más problemas como los que me diste el año pasado en el Distrito Fillmore, ¿entendido? Esa es mi política.
Harry: Sí, bien, cuando un hombre adulto persigue a una mujer para violarla, yo disparo al cabrón. Esa es mi política.
Alcalde: ¿Violarla?¿Y cómo lo sabes?
Harry: Cuando un hombre desnudo corre tras una mujer por la calle con un cuchillo de carnicero y una erección, me imagino que no está recogiendo dinero para la Cruz Roja...

Título original: Dirty Harry
Director: Don Siegel
Actores: Clint Eastwood, Reni Santoni, Andrew Robinson
Año: 1971
Duración: 102 minutos (aproximadamente)
Trailer: http://www.youtube.com/watch?v=YzeV8Sd9pV0

Dejadme que os hable de los criminales. Sí, esos cabrones que roban el dinero a los trabajadores honrados. Esos bastardos que entran en vuestras casas y os pegan y os roban. Y también de esos enfermos hijos de puta que matan a una persona inocente. Cabrones a los que, si les intentas agredir para impedir que te hagan algo, les protege la ley. En este clásico del cine aparece uno de ellos, un psicópata llamado Scorpio (magistralmente interpretado por Andrew Robinson) que se dedica a chantajear a la ciudad de San Francisco a base de asesinatos.

Por desgracia para él, en la misma ciudad está Harry Callahan. Callahan es un desencantado detective de policía al que poco le importan los derechos de los criminales. Interpretado por el mejor Clint Eastwood, Harry mostrará a lo largo de la película su falta de compasión hacia los criminales (o su falta de respeto hacia las leyes establecidas) mientras encadena una frase lapidaria tras otra.¿Fascista con placa?¿Héroe incomprendido?¿Antihéroe en toda regla? Estas preguntas son para que cada espectador las responda como quiera, mientras asiste a la lucha entre Callahan y Scorpio. Sea cual sea la respuesta, seguro que disfruta cuando Scorpio lo pasa mal o cuando Harry ajusticia a algún cabrón.

La correcta dirección de Siegel, todo un experto en el cine de acción, nos deja algunas secuencias impactantes como la de Harry esperando al autobús sobre un viejo puente, los primeros planos cuando suelta su discurso del Magnum ("Do I feel lucky? Do you, punk!?") o el desencantado final; todo ello adornado con música de la época y a un joven Clint Eastwood que no necesitaba una musculatura excepcional ni desfilar en camiseta interior para convertirse en el más duro de los duros (después vendrían el McCloud de Willis, el Riggs de Gibson y otros más, pero Harry seguirá siendo el más duro).

Cuatro secuelas seguirán mostrando (con mayor o menor acierto) las habilidades especiales de Callahan cuando se trata de darle su merecido al bastardo de turno, pero ha sido la primera la que más ha quedado en la retina del público, seguramente porque la esencia más pura del personaje, el Harry más sucio de todos, sigue estando en esta primera aparición.

Cuestiones fascistas y violaciones de la ley a parte, un endiablado entretenimiento para ver de vez en cuando (y algo obligatorio en el extraño caso de que nunca hayas visto al detective de policía más duro del planeta en acción), para recordarnos que hay películas para las que la edad no significa nada (y la moral americana de hoy en día, aún menos).



lunes, 28 de julio de 2008

Cagarla es la clave (o X-Files: Creer es la clave)


Pongámonos en situación. Me gusta Expediente-X. Me gusta Dana Scully y me gusta Fox Mulder. Si fuera mujer, seguro que me pondría cachonda Fox Mulder. Me lo pasaba (y me lo sigo pasando bien) viendo a estos dos agentes del FBI entre casos de conspiraciones, monstruos, asesinatos en serie, extraterrestres y toda clase de barbaridades imaginables. Cuando mucha gente se quejaba de que la película (la anterior) sólo era un capítulo más largo de la serie, yo seguía diciendo que molaba. Sigo buscando para mi habitación un poster de los de "I want to believe" como el que tiene Mulder en su despacho. Y me río y sigo disfrutando de los (pocos pero existentes) capítulos de coña que Chris Carter iba intercalando entre capítulos de la serie.

También debo confesar que no he visto todas las temporadas. Lo dejé cuando dejaron de hacerlo en la televisión, así que no he visto nada del secuestro de Mulder ni el fin de la serie (de haberlo) ni nada de eso, por lo que no sé hasta qué punto ha podido degenerar el asunto. Por esto mismo, tenía muchas ganas de ver a mis agentes favoritos del FBI (con el permiso de Dale Cooper, claro) de nuevo en acción...

Así que me encaminé al cine con alegría. "X-Files: Creer es la clave... No va a ser una obra maestra, pero me entretendrá después de tanto tiempo sin Mulder y Scully", pensaba inocentemente. Pagué los casi 6 euros de la entrada y... y... y me encuentro con esto: una soberana mierda. 106 minutos de los cuales la gran mayoría son aburridos; no sé que le habrá pasado a Chris Carter pero ha sido incapaz de mantener un mínimo de tensión excepto al final de la película. Sólo se salvan dos cosas de este zurullo (y depende de lo fan que seas de la serie, claro): la aparición estelar del mítico Skinner y la relación Mulder/Scully. Nada más... pero NADA de NADA. No insistiré más, porque si no se puede decir nada bueno de algo es mejor no decir nada... Acabaré diciendo que hubiera quemado el cine en plan justicia poética, si no llega a ser por la agradable compañía.

Por último, un llamamiento a un antiguo genio: señor Carter, por favor: si necesita dinero dedíquese a la prostitución pero usando su culo, no lo que es para muchos todo un símbolo generacional, y no intente sacar dinero a unos fans que le hemos apoyado durante varios años. Por supuesto, son sus creaciones y puede maltratarlos todo lo que quiera, pero no sería justo. Ni para Mulder, ni para Scully, ni para usted ni para sus incondicionales.


domingo, 8 de junio de 2008

Lobezno: Honor

Lobezno: La clave no está en ganar o perder, sino en luchar. Puede que nunca sepas lo que eres, o lo que quisieras ser, pero ¿cómo saberlo si no se intenta? Es temible, de acuerdo. Pero, ¿Cuál es la alternativa...? El estancamiento, la forma más terrible de morir... porque atañe al espíritu. Un animal sabe lo que es y lo acepta. Un hombre puede saber lo que es, pero pregunta, sueña, se esfuerza, cambia... aprende.

Editorial: Panini
PVP: 14,95 €
Guión: Chris Claremont
Dibujo:
Frank Miller
Entintado: Josef Rubinstein

Aprovechando que Panini ha rescatado esta gran historia de Lobezno (en su siempre excesivamente cara línea de Best of Marvel), me dispongo a comentarla por si consigo animar a alguien que no esté totalmente convencido de adquirirla, aunque yo tengo una edición mucho más asequible de Cómics Forum...

Retrocedamos en el tiempo hasta cuando la palabra "mutante" sólo se leía en Unncanny X-Men, cuando Lobezno sólo salía en Unncany X-Men y actuaba como saco de ostias, y cuando las chorradas de Bendis no habían afectado demasiado al Universo Marvel. En definitiva, retrocedamos a los buenos tiempos donde Chris Claremont encandilaba al lector con sus Hombres-X. Lobezno, ese pequeño psicópata con garras que solía recibir en todos los números una buena paliza, empezaba a abrirse un hueco en el corazón de los aficionados gracias a su rebeldía y ataques homicidas. Así que Claremont y Miller le dedicaron una serie limitada de cuatro números. Hubiera sido sencillo para ellos hacer la típica historia en la que Lobezno va destripando con sus garras a cualquiera que se ponga en su camino para acabar con un Lobezno triunfante y una lista de 400 o 500 bajas, pero decidieron hacer algo especial...

Tan especial como destrozar a Lobezno. Pero no físicamente, claro. Destrozarlo como duele de verdad, sin un factor de curación capaz de curar su alma, para tratar de recomponerse poco a poco, cambiando de forma definitiva durante el proceso. Tras esta serie limitada, Lobezno evolucionó. Por supuesto, si le tocaban mucho las pelotas, el animal que era resurgía, pero con esta historia consiguió una humanidad que le ha definido hasta el día de hoy.

Poco hay que decir sobre el guión... un Claremont en plena forma llenaba las viñetas con cuadros de texto sobre los cambiantes pensamientos de Lobezno, desde el ya clásico "soy el mejor en lo que hago" hasta auténticas reflexiones filosóficas sobre la vida. Pero la caída y posterior renacimiento de Lobezno no es un aburrido debate filosófico, no. Recordemos que es Lobezno, así que la sangre está garantizada. Y más si tiene como adversarios a los ninjas de La Mano, que no importa los que mate con sus garras porque siempre habrá más a los que matar...

¿Y el dibujo de Frank Miller? Bueno, pues en esta ocasión nos regala la vista con algunas escenas buenísimas como Lobezno acechando en las sombras por los callejones de Japón o unas intensas luchas contra ninjas de La Mano o el padre de Mariko. Y, además... ¡consiguió de alguna forma convencer a Claremont para que no metiera cuadros de texto en algunas escenas de acción!

Así que, si quereis descubrir al mejor mutante canadiense enano cuando no había sido quemado por Marvel haciéndolo aparecer en unas 50 series al mes y no os importa ser estafados por el formato BOM de Panini, este tomo es una muy buena elección.

martes, 11 de marzo de 2008

Doce del patíbulo

Comandante Reisman: Maten a todos los oficiales que puedan
Frankie: ¿De los nuestros o de los suyos?
Comandante Reisman: Empiecen por los de ellos, si no les importa...


Título original: The Dirty Dozen
Director: Robert Aldrich
Actores: Lee Marvin, Ernest Borgnine, Charles Bronson, John Cassavetes, Donald Sutherland, Telly Savalas, George Kennedy, Robert Ryan
Año: 1967
Duración: 149 minutos (aproximadamente)
Trailer: http://trailers.warnerbros.com/web/play.jsp?trailer=dirty_dozen_the_trailer

Referencia obligada para cualquier película bélica relacionada con comandos desenvolviéndose en misiones suicidas. Imitada hasta la saciedad, pero pocas o ninguna vez igualada. La historia de los 12 condenados que tienen la oportunidad de ganarse la libertad si realizan una misión suicida bajo el mando de un duro oficial es considerada todo un clásico en el mundo del cine. Parte del éxito se debió, sin duda, al reparto: la mezcla de tipos duros (Bronson, Marvin) con actores capaces de cambios gestuales (Sutherland, Savalas...) dio mucha vida al grupo de presos. La excelente labor del director tambien tuvo mucho que ver: en las dos partes bien diferenciadas de la película, el entrenamiento y la operación, Aldrich se desenvuelve muy bien tanto en el tono humorístico de la primera parte como en la frialdad y dureza de la segunda.

Y es que lo que más ha quedado en la memoria es el mítico entrenamiento de los reos. Enfrentamientos con la policía militar, disputas con el resto de militares y discusiones con el superior encargado de prepararlos. Y, por supuesto, la maravillosa prueba final en un combate simulado, donde hacen gala de todas las malas artes y juego sucio que cabe esperar. Todo llevado con mucho humor e incluso alegría.

Puede que el humor que impera en la parte del entrenamiento consiga hacer más dura la parte del combate real, donde la muerte y las salvajadas propias de un conflicto bélico se hacen visibles sin demasiadas contemplaciones. Especialmente dantesca es la escena en la que rocían con gasolina a unos alemanes encerrados en los sótanos (hombres y mujeres) para asegurarse de que mueren todos cuando exploten las bombas, ante el pánico de estos...

Antes de este film, las películas bélicas con éxito solían ser grandes superproducciones con cientos de extras en las que se relataban grandes acciones de guerra que enfrentaban a ejércitos (como en El día más largo). Tras el éxito cosechado por Los Doce del Patíbulo, empezaron a proliferar las películas centradas en pequeños grupos de condenados buscando la redención en misiones suicidas... Película muy recomendable llena de humor, acción, tiros, explosiones y clásicos anti-héroes. La primera, la original (porque es mejor olvidarse de sus patéticas secuelas, claro), perfecta para disfrutar a solas o en compañía mientras se hacen apuestas por ver qué miembros del comando sobrevivirán y cuales se volverán locos. Toda una experiencia en el extraño caso de no haberla visto aún...