viernes, 30 de abril de 2010

La semilla del Diablo


Roman Castevet: Creo que estamos ofendiendo a Rosemary...
Rosemary Woodhouse: No me he ofendido, de verdad.
Roman Castevet: No eres una chica religiosa, querida. ¿Verdad que no?
Rosemary Woodhouse: Crecí con educación católica... ahora... no lo sé...

Título original: Rosemary's baby
Director: Roman Polanski
Actores: Mia Farrow, John Cassavetes, Ruth Gordon, Sidney Blackmer
Año: 1968
Duración: 136 minutos (aprox.)
Trailer: http://www.youtube.com/watch?v=otPyEsObI1M

Roman Polanski a parte de ser considerado un criminal, una víctima del tristemente célebre Charles Manson y el autor de tedios del calibre de El Pianista también es considerado por muchos como un gran director. Y buena muestra de ello es esta obra que es calificada por muchos como "la mejor película de terror de la historia", calificativo bastante exagerado en mi humilde opinión debido a que yo ni siquiera la clasificaría "de terror". El Bebé de Rosemary (no sé quién fue el genio que al traducirla al castellano la bautizó como La Semilla del Diablo, pero se cubrió de gloria) es una película de intriga y desasosiego que podría haber filmado el mismísimo Hitchcock, de las que hoy en día ya no podemos disfrutar.

La historia empieza como cualquier culebrón que nos podamos imaginar: una joven pareja se muda a un afamado edificio con unos peculiares y en ocasiones cansinos vecinos, donde se dedican a lo que se debería dedicar cualquier pareja. Y es durante este inicio donde encontramos el único fallo que se le podría criticar a la película, un comienzo lento y tranquilo. Nuestra pareja de culebrón decide entonces tener un hijo y, tras una extraña pesadilla que no impide que el hombre ejerza su principal función vital, la joven mujer anuncia que está embarazada. Y es entonces cuando una serie de extrañas coincidencias se juntan con las revueltas hormonas de la embarazada, originando extraños pensamientos en la joven.

Y es aquí donde la habilidad de sugerir en vez de mostrar, de que el espectador sospeche como Rosemary de algo horroroso pero a la vez dude de si es fruto de alguna especie de histeria pre-parto, lo que convierte a esta película en algo especial. Ese postre "con sabor a yeso", esa habitación en la que sólo vemos el humo del cigarro de Castevet, el armario con un mueble tapándolo, la cara taimada del actor John Cassavetes... Todo va formando una atmósfera extraña, asfixiante por parte de los vecinos que asedian a la joven pareja, que culmina con la inenarrable escena final (criticada por algunos, pero que a mí me parece de quitarse el sombrero) donde descubriremos sin lugar a dudas si era locura lo que atenazaba a Rosemary o era algo más oscuro. Mientras asimilamos la verdad, la inquietante canción de cuna que escuchábamos al principio vuelve a nuestros oídos para no abandonarnos más. Con una Mia Farrow espectacular, con degradación física incluida, Polanski supo manejar al plantel de actores para que dieran lo mejor de sí. Desde los irritantes vecinos hasta el actor obsesionado con su trabajo, podemos encontrar unas muy buenas actuaciones que dirigidas por cualquier otro podrían haber dado, sin muchos problemas, auténtica vergüenza ajena.

Deseando haber aclarado que no es una película "de terror" (sobretodo a esos jóvenes obsesionados con las mierdas pseudo-gore que nos invaden últimamente), espero que cualquiera que se acerque a este gran clásico lo disfrute tanto como yo y, como dicen en el trailer, recen por el bebé de Rosemary...