martes, 20 de enero de 2009

Culebrón de Clint (o El Intercambio)


Tenemos aquí el nuevo culebrón del señor Clint Eastwood... Asustado por si sufriría un arrebato intestinal como con Los Puentes de Madison o si saldría contento como en Mystic River, me alegra decir que el viejo vaquero me sorprendió, de nuevo. El cine "made in Clint" sigue presente en esta película: ritmo pausado (con desniveles de menos a más y de más a menos) , recreación (excesiva) en el dolor de los personajes, uso clásico de la cámara, sin alardes... pero con los detalles "hijoputescos" marca de la casa.

Basada en una historia real, asistiremos a la desesperada lucha de una madre (una Angelina Jolie que no ha usado su cuerpo como reclamo, creo que por primera vez) por intentar averiguar qué ha pasado con su hijo desaparecido. Por supuesto, el director no deja pasar la oportunidad para criticar el sistema policial y político de la época. Pero no, no tengais miedo que no vais a estar viendo durante dos horas a Angelina llorando y preguntándose por su hijo (menos mal), cuando menos te lo esperas llega un toque "hijoputesco" de Clint para que vuelvas a dudar sobre el hijo, los implicados o el cómo acabará.

Los actores cumplen su función sin excesos. La Jolie, como ya hemos apuntado, no usa su cuerpo como reclamo y parece que intenta hacernos ver que acudió a un par de clases de interpretación. John Malkovich no tiene reparo alguno para tomar un papel (muy) secundario y hacerlo de forma normal, sin duda porque cuando Clint le dice a alguien que quiere usarlo en su película, ese alguien no puede negarse a aceptar. Los niños son correctos (vamos, una de las pocas películas donde aparecen niños y no te dan ganas de ostiarlos) sin más. Y el que hace de "hombre de la América profunda con problemas" sobreactúa sólo lo necesario. Como suele ocurrir con las películas de Clint, parece como si consiguiera traspasar la austeridad y carencia de gestos de él como actor al resto del reparto (lo cual me parece cojonudo, por cierto).

Una buena inversión, tanto económica como de tiempo, con la que perder un par de horitas, sobretodo si pensabas que en el cine sólo había ya efectos especiales y remakes estúpidos. Un drama honesto, en el que todo es lo que parece. Simple, pausado y directo, la marca de la casa de Clint (aunque sea un culebrón).

Arsénico por compasión

Mortimer: ¿Quereis decirme como ocurrió?
Abby: Oh, Mortimer... no seas tan preguntón. Ese caballero murió porque bebió un vaso de vino con veneno.
Mortimer: ¿Y cómo llegó el veneno al vaso?
Abby: Se lo pusimos en el vino porque a penas se nota. En el té tiene un sabor muy especial...
Mortimer: ...

Título original: Arsenic and old lace
Director: Frank Capra
Actores: Cary Grant, Priscila Lane, Peter Lorre, Raymond Massey, Josephine Hull
Año: 1944
Duración: 118 minutos (aproximadamente)
Trailer: (No lo he encontrado)

Si tuviera que elegir una única comedia de la extensa lista de películas cómicas que debe existir, esta sería la primera. Puede que llore de risa con los Monthy Python, Austin Powers o las comedias más salvajes de Jim Carrey, pero es esta obra maestra de Capra la que siempre me viene a la cabeza cuando pienso en la mejor comedia que he tenido el placer de ver. Y será que el señor Capra y yo tenemos un sentido del humor parecido, porque se dice que cuando vio esta obra de teatro, no paró hasta que consiguió sus derechos para hacer la película...

Resumir la película sólo serviría para arruinar un par de sorpresas al pobre desafortunado que no la haya visto. Si dijera que es la historia de un crítico teatral (famoso por sus libros en contra del matrimonio) que se acaba de casar y hace una fujaz visita a sus tías antes de embarcarse de luna de miel, seguramente no llamaría la atención de nadie. Sin embargo, lo único que podría añadir a este resumen es que, si pensabas que la familia Vorhees o la familia Bates eran "especiales", te prepares para conocer a la familia Brewster... Las obras de Frank Capra más famosas siempre han mostrado la lucha de un hombre contra el mal frente a la indiferencia de la mayoría (Caballero sin espada, ¡Qué bello es vivir! o Juan Nadie), aunque en esta ocasión no veamos nada de eso. Humor, humor y humor negro es lo único que vamos a encontrarnos en estos 114 minutos de golpes, carreras y locura en blanco y negro.

Entre los actores, por supuesto, hay que destacar al gran Cary Grant. Aunque el actor se mostró durante toda su vida contrariado por este papel, hay que reconocer que está magnífico. Al actor no le gustó porque el director le obligó a sobreactuar en cada escena (cosa que parece que no le hacía gracia a Grant), y vaya si sobreactuó: carreras, muecas, golpes, alaridos... un Cary Grant como nunca se había visto (y como nunca se volvió a ver salvo, tal vez, en algunas ocasiones de Con la muerte en los talones) arrancando sonrisas al espectador en cada momento, lejos de su papel de galán eterno. Acompañándolo, un grupo de secundarios que lo hacen igual de bien que él ante los que habría que quitarse el sombrero: la sufrida y desconcertada (y también guapa) esposa, las entrañables (a la par que "especiales") tías del protagonista, el tío que se cree Teddy Roosevelt y sus cargas a traves de la escalera, el hermano malvado Jonathan que se parece a Boris Karloff y su compañero el doctor Einstein, alcohólico y complaciente interpretado por el también grande Peter Lorre.

El único fallo que se le podría criticar a la película es que no esté Boris Karloff... Pero como confieso que la primera vez que la vi pensaba que era él, y dado el magnífico trabajo del actor Raymond Massey, no seré yo el que la critique por eso. Recomendada para toda la familia, sólo espero que algún día pueda verla proyectada en un cine para poder reirme de verdad en una sala de cine, y no por lo cutre que resulte lo que están proyectando...