lunes, 22 de junio de 2009

La Cruz de Hierro

Stranszky: ¡Le enseñaré cómo lucha un oficial prusiano!
Steiner: Y yo le enseñaré... dónde crecen las Cruces de Hierro

Título original: Cross of Iron
Director: Sam Peckinpah
Actores: James Coburn, James Mason, Maximilian Schnell, David Warner
Año: 1977
Duración: 119 minutos

Sam Peckinpah. Alcohólico, con problemas, pasado de moda, sin presupuesto y de capa caída. Creador de obras maestras como Grupo Salvaje y de catástrofes infumables como Los Aristócratas del Crimen cuando ya no tenía que demostrar nada a nadie se embarca en esta producción de capital europeo. Trabajando sobre un género que no había tratado anteriormente, el señor Peckinpah nos dejó su última obra maestra.

Tras unos créditos iniciales impresionantes, en los que pasa por nuestra pantalla el auge y primeras derrotas del nazismo mediante fotografías reales, nos encontramos en medio de la debacle del ejército alemán en Rusia. Allí, una unidad de reconocimiento dirigida por el Cabo Steiner trata de sobrevivir a las exigencias del frente y, sorprendentemente, no vemos a ningún nazi cabezacuadrada devoraniños entre sus componentes. Allí, en medio de ninguna parte donde nadie cree en la Victoria Final pero sí en la Inevitable Derrota, llega el oficial Stranszky. Stranszky, de origen prusiano y destinado voluntariamente allí, llega en busca de la más alta condecoración del ejército alemán: la Cruz de Hierro (y, por cierto, también se caga unas cuantas veces en el führer). El enfrentamiento entre ambos será constante y el centro sobre el que gire la película.

Con un presupuesto escaso, se nos enviará a un frente en el que (por fin) la lluvia de morteros es constante y no existe el honor ni la gloria, sólo la supervivencia. Nos sorprenderá ver que, al menos en esta ocasión, el ejército alemán no está compuesto únicamente por subnormales asesina-judíos y que encima nos caen bien. Con un poco de suerte, llegará un momento en el que gritaremos "¡Steiner!¡Demarcación!" como el resto de la unidad de reconocimiento. Incluso puede que acabemos pensando que algo extraño hay en la mayoría de películas americanas sobre la segunda guerra mundial...

Las memorables interpretaciones de los protagonistas, el tratamiento a la violencia habitual en Peckinpah y la novedad de ver el punto de vista alemán (más allá de los monstruos tontos que suelen ser en las películas de este tipo) consiguen que el espectador esté atento, identificándose con la unidad y acompañándola a lo largo del frente desmoronado (como si de una novela de Sven Hassel se tratase) hasta llegar al gran final que es de esos en los que no puedes evitar levantarte del sofá y aplaudir, para después brindar a la salud de ese gran director que parió algo así.

Amantes del cine en general, seguidores del cine bélico de la segunda guerra mundial, a los que les guste el cine que muestre el sinsentido de la guerra y los que pensaban que lo único bueno de Sam eran sus westerns, pueden acercarse a esta pequeña joya que pocas veces se menciona como una de las grandes.

lunes, 15 de junio de 2009

El hombre de las pistolas de oro

Blaisdell: Primero, no les gustaré ni les caeré bien. Después, una vez os haya librado de la banda de McQuown, me considerareis una buena persona y un amigo. Pero cuando haya paz, ocurrirá algo o yo haré algo, entonces pensareis que tengo demasiado poder y me echareis de aquí sin que os importe lo que haya hecho por vosotros...

Título original: Warlock
Director: Edward Dmytryk
Actores: Herny Fonda, Richard Widmark, Anthony Quinn, DeForrest Kelley, Dorothy Malone, Dolores Michaels
Año: 1959
Duración: 116 minutos (aproximadamente)

Debo confesar que he vivido engañado. Como aficionado al género del western, he oido cómo la gente moja los calzoncillos hablando de los westerns crepusculares clásicos de los directores John Ford, Sam Peckinpah o Clint Eastwood, pero nunca había oido nada sobre esta película. ¿Será por la pésima labor de traducción dl título, que nos llevará a confundirlo con un malo de James Bond?¿Será que el nombre del director, marcado por la célebre caza de brujas Hollywoodienses , no suena tan bien como el de los anteriormente citados? Bueno, no importa. El caso es que vi esta película en las estanterías del fnac y la compré, pensando que un película de vaqueros en la que participaban Henry Fonda, Richard Widmark y Anthony Quinn me entretendría durante un buen rato...

El comienzo no podía ser más típico: un pueblo perdido americano que sufre el acoso de una banda de vaqueros decide contratar a un profesional para que les libre de ellos. ¿Pero qué pasa aquí? ¡Richard Widmark es un componente de la banda de malos!¿Henry Fonda es un pistolero a sueldo al que sólo le importa el dinero? Y Anthony Quinn... ¿¡Anthony Quinn está cojo!? Y lo que pensaba que sería un esquema clásico de "pistolero llegaa pueblo con problemas y se carga a los malos entre los aplausos de los ciudadanos" se convierte en algo que pocas veces he visto en un western. Ley, orden, justicia, venganza... Todo enfrentado y discutido, puesto a prueba por los personaje que en muchas ocasiones no son lo que parecen. El papel del héroe y el villano no es algo definido en esta obra, sino más bien una etiqueta que cambia con el paso del tiempo.

Y entre gracias del personaje de Quinn, esperando a cada momento que el Enterprise teleporte al gran DeForest Kelley y varios tiroteos, llego al impresionante final en que no puedo evitar postrarme ante el gran talento de Herny Fonda y acordarme de William Munny en el tramo final de Sin Perdón, y volver a preguntarme porqué no sabía de la existencia de este peliculón...

Dirigida con buen pulso por Dmytryk, la película nos hará pasar de momentos cotidianos a tiroteos sin descanso mientras los personajes principales (y algunos secundarios) evolucionan de manera impecable mientras debaten sobre la justicia y la civilización con hechos, no palabras. Del trío de estrellas que protagonizan este western, debo destacar el buen hacer de Fonda sobre el resto pero sólo por preferencias personales, porque tanto Anthony Quinn como Widmark consiguen hacerse con los personajes como si fueran suyos, el primero con su cara de gracioso cabrón y el otro con esa cara de circunstancias que en esta ocasión le va como anillo al dedo.

Una buena película que creo que ha sido lo suficientemente ignorada como para que ésta sea una buena ocasión para ser redescubierta. Sólo por los tres protagonistas ya lo vale.