martes, 6 de octubre de 2009

Otra vuelta de tuerca, de Henry James

Hace poco tiempo que he acabado de leer esta historia generalmente clasificada como "de fantasmas". Parece ser que esta corta historia en la que una institutriz llega a una apartada casa de campo para hacerse cargo de dos niños huérfanos es considerada, por algunos, el precursor de la "novela psicológica".

En un principio, lo único que puedes apreciar es que es literatura inglesa de la dura. Sin embargo, si puedes prestar un mínimo de atención para no perderte con tanta expresión rimbombante y descripciones farragosas (que no debería ser complicado ya que estás leyendo), y te olvidas también del terror embotellado al que nos hemos acostumbrado actualmente, llegarás al final de la historia y habrás cambiado varias veces de opinión sobre los niños, la institutriz y los fantasmas que rondan por el relato.

Si no has caído en el juego de Henry James, supongo que creerás que has perdido algunas horas de tu vida ante un tostón de este calibre, pero si eres afortunado no tendrás muy claro si acabas de leer las confesiones de una histérica en plena menstruación, las maquinaciones de un par de niños diabólicos o los paseos de unos fantasmas con ganas de asustar. Y, luego, puede que recuerdes el hasta entonces insignificante inicio de la historia en el que se detalla información importante como que la protagonista estaba enamorada o el origen del desasosiego que produce el relato en el que lo da a conocer, y pasarán por tu mente algunas de las escenas que comparten la institutriz y el niño; entonces, y sólo entonces, empezarás a inquietarte de verdad porque sabrás que tienes que volver a leer la historia para intentar aclarar todo lo que empiezas a imaginarte.

La verdad es que he leído libros que me han gustado, libros que me han gustado mucho y he pensado que alguna vez los volveré a leer y también libros que no he acabado o, si los he acabado, me he cagado después en el que lo escribió. Lo que no había encontrado hasta ahora es un libro que me obliga a volverlo a leer...

lunes, 5 de octubre de 2009

Malditos Bastardos (o Maldito Tarantino)

Tras sorprender al mundo con Reservoir Dogs y Pulp Fiction, la habilidad de Tarantino pareció menguar con Jackie Brown, Kill Bill y Death Proof hasta el punto de que su soberbio manejo de la escena y la música no podía enmascarar sus guiones sólo aptos para frikis (en sus últimos trabajos). Aún así, me aventuré al cine para comprobar el último desfase del señor Tarantino...

Confieso que me ha parecido la más divertida de sus últimas sobradas, y lo mejor es que es la menos ridícula. La particular visión del director sobre la segunda guerra mundial le permite mostrarnos toda clase de salvajadas que hace un comando de judíos (los Bastardos que dan título a la película) sueltos por la Francia ocupada y a la vez mostrarnos la venganza que ejecuta la única superviviente de una familia judía. Impresionante labor interpretativa de Brad Pitt, sacando mentón como si fuera el mítico Lee Marvin, que parece de vuelta de todo a lo largo de la película al que sólo le hace sombra la genial labor de un Christoph Waltz, que encarna a uno de los nazis más cabrones que ha conseguido dar el Séptimo Arte.

Por fin, parece que Tarantino ha descubierto que sólo puede homenajear dignamente a Leone plagiando la música de su socio Morricone. Con esto ha conseguido hacer una cantidad de guiños impresionantes al cine bélico clásico (Lee Marvin, comandos en territorio enemigo, el "oficial y caballero" inglés, los nazis "rastreadores", el soldado obsesionado con matar peces gordos, las complicaciones de las misiones en un bar/taberna, agentes dobles...), siempre bajo la mirada bizarra de Tarantino pero con dignidad. Por una vez, el cine de opuestos que planteaba últimamente el señor T. funciona a la perfección. Tras dos horas y media de risas y aplausos con cada nazi muerto por los Bastardos, nos traslada al cine nazi donde se rien y aplauden por cada americano muerto por el übermench protagonista de la película que estrenan. Pero antes de que podamos sentirnos identificados con el público nazi, se desata el caos para que sigamos riendo y aplaudiendo ante más muertos nazis. Me quito el sombrero ante Tarantino, cosa que no hacía desde Pulp Fiction.

El resultado es una gamberrada de dos horas y media con la que disfrutar de un Brad Pitt desfasado, un Christoph Waltz maligno y unos cazadores de cabelleras nazis en territorio enemigo. Y, claro está, el típico complot para matar a Hitler...




miércoles, 9 de septiembre de 2009

No es HEAT 2 (o Enemigos Públicos)


El director Michael Mann, un criminal muy buscado, un agente de la ley obsesionado con cazarlo y dos actores afamados; lo primero que viene a la mente es que el espectacular director de HEAT va a repetir el éxito con el que reunió a DeNiro y Pacino, pero tras los primeros veinte minutos el espectador se dará cuenta de que estaba bastante equivocado...

En esta ocasión el director no nos presenta el duelo épico y a todos los niveles que nos ofreció en HEAT sino una especie de documental sobre las acciones de Dillinger (creo que los expertos lo llaman "biopic") y un retrato de la sociedad americana de la depresión, donde un personaje como él sólo podría ser tratado como una celebridad. Con un desarrollo de personajes nulo y haciendo gala del siempre polémico estilo de rodar con la cámara en mano, un par de tiroteos espectaculares y ametralladoras que parecen escupir cañonazos nos recuerdan quién es el director. Por cierto, no os asusteis si en algún momento parece que esteis ante un videojuego ya que el señor Mann ha decidido utilizar la cámara digital para rodar este film veraniego.

Depp aprovecha este papel para volver a demostrar a los incrédulos que es un actor y no un especialista en sobreactuación, mientras que Bale se limita a lucir su famosa cara de pared en un papel que tampoco le permite hacer más. Una historia de amor poco creible por culpa de la actriz que hace de novia de Dillinger culmina con la ahorrable y casi ridícula escena final, pero hasta eso se hace más llevadero ya que antes aparece, y por sorpresa, uno de los mejores de la película: ¡¿Clark Gable?!

El resultado es más pobre de lo que se esperaba, tal vez debido a las espectativas con las que se pensaba en el título. Aún así, esta reunión veraniega de dos actores punteros es de lo mejor que se puede ver estos días en el cine (algo no muy difícil, visto lo que hay en cartelera)...

lunes, 22 de junio de 2009

La Cruz de Hierro

Stranszky: ¡Le enseñaré cómo lucha un oficial prusiano!
Steiner: Y yo le enseñaré... dónde crecen las Cruces de Hierro

Título original: Cross of Iron
Director: Sam Peckinpah
Actores: James Coburn, James Mason, Maximilian Schnell, David Warner
Año: 1977
Duración: 119 minutos

Sam Peckinpah. Alcohólico, con problemas, pasado de moda, sin presupuesto y de capa caída. Creador de obras maestras como Grupo Salvaje y de catástrofes infumables como Los Aristócratas del Crimen cuando ya no tenía que demostrar nada a nadie se embarca en esta producción de capital europeo. Trabajando sobre un género que no había tratado anteriormente, el señor Peckinpah nos dejó su última obra maestra.

Tras unos créditos iniciales impresionantes, en los que pasa por nuestra pantalla el auge y primeras derrotas del nazismo mediante fotografías reales, nos encontramos en medio de la debacle del ejército alemán en Rusia. Allí, una unidad de reconocimiento dirigida por el Cabo Steiner trata de sobrevivir a las exigencias del frente y, sorprendentemente, no vemos a ningún nazi cabezacuadrada devoraniños entre sus componentes. Allí, en medio de ninguna parte donde nadie cree en la Victoria Final pero sí en la Inevitable Derrota, llega el oficial Stranszky. Stranszky, de origen prusiano y destinado voluntariamente allí, llega en busca de la más alta condecoración del ejército alemán: la Cruz de Hierro (y, por cierto, también se caga unas cuantas veces en el führer). El enfrentamiento entre ambos será constante y el centro sobre el que gire la película.

Con un presupuesto escaso, se nos enviará a un frente en el que (por fin) la lluvia de morteros es constante y no existe el honor ni la gloria, sólo la supervivencia. Nos sorprenderá ver que, al menos en esta ocasión, el ejército alemán no está compuesto únicamente por subnormales asesina-judíos y que encima nos caen bien. Con un poco de suerte, llegará un momento en el que gritaremos "¡Steiner!¡Demarcación!" como el resto de la unidad de reconocimiento. Incluso puede que acabemos pensando que algo extraño hay en la mayoría de películas americanas sobre la segunda guerra mundial...

Las memorables interpretaciones de los protagonistas, el tratamiento a la violencia habitual en Peckinpah y la novedad de ver el punto de vista alemán (más allá de los monstruos tontos que suelen ser en las películas de este tipo) consiguen que el espectador esté atento, identificándose con la unidad y acompañándola a lo largo del frente desmoronado (como si de una novela de Sven Hassel se tratase) hasta llegar al gran final que es de esos en los que no puedes evitar levantarte del sofá y aplaudir, para después brindar a la salud de ese gran director que parió algo así.

Amantes del cine en general, seguidores del cine bélico de la segunda guerra mundial, a los que les guste el cine que muestre el sinsentido de la guerra y los que pensaban que lo único bueno de Sam eran sus westerns, pueden acercarse a esta pequeña joya que pocas veces se menciona como una de las grandes.

lunes, 15 de junio de 2009

El hombre de las pistolas de oro

Blaisdell: Primero, no les gustaré ni les caeré bien. Después, una vez os haya librado de la banda de McQuown, me considerareis una buena persona y un amigo. Pero cuando haya paz, ocurrirá algo o yo haré algo, entonces pensareis que tengo demasiado poder y me echareis de aquí sin que os importe lo que haya hecho por vosotros...

Título original: Warlock
Director: Edward Dmytryk
Actores: Herny Fonda, Richard Widmark, Anthony Quinn, DeForrest Kelley, Dorothy Malone, Dolores Michaels
Año: 1959
Duración: 116 minutos (aproximadamente)

Debo confesar que he vivido engañado. Como aficionado al género del western, he oido cómo la gente moja los calzoncillos hablando de los westerns crepusculares clásicos de los directores John Ford, Sam Peckinpah o Clint Eastwood, pero nunca había oido nada sobre esta película. ¿Será por la pésima labor de traducción dl título, que nos llevará a confundirlo con un malo de James Bond?¿Será que el nombre del director, marcado por la célebre caza de brujas Hollywoodienses , no suena tan bien como el de los anteriormente citados? Bueno, no importa. El caso es que vi esta película en las estanterías del fnac y la compré, pensando que un película de vaqueros en la que participaban Henry Fonda, Richard Widmark y Anthony Quinn me entretendría durante un buen rato...

El comienzo no podía ser más típico: un pueblo perdido americano que sufre el acoso de una banda de vaqueros decide contratar a un profesional para que les libre de ellos. ¿Pero qué pasa aquí? ¡Richard Widmark es un componente de la banda de malos!¿Henry Fonda es un pistolero a sueldo al que sólo le importa el dinero? Y Anthony Quinn... ¿¡Anthony Quinn está cojo!? Y lo que pensaba que sería un esquema clásico de "pistolero llegaa pueblo con problemas y se carga a los malos entre los aplausos de los ciudadanos" se convierte en algo que pocas veces he visto en un western. Ley, orden, justicia, venganza... Todo enfrentado y discutido, puesto a prueba por los personaje que en muchas ocasiones no son lo que parecen. El papel del héroe y el villano no es algo definido en esta obra, sino más bien una etiqueta que cambia con el paso del tiempo.

Y entre gracias del personaje de Quinn, esperando a cada momento que el Enterprise teleporte al gran DeForest Kelley y varios tiroteos, llego al impresionante final en que no puedo evitar postrarme ante el gran talento de Herny Fonda y acordarme de William Munny en el tramo final de Sin Perdón, y volver a preguntarme porqué no sabía de la existencia de este peliculón...

Dirigida con buen pulso por Dmytryk, la película nos hará pasar de momentos cotidianos a tiroteos sin descanso mientras los personajes principales (y algunos secundarios) evolucionan de manera impecable mientras debaten sobre la justicia y la civilización con hechos, no palabras. Del trío de estrellas que protagonizan este western, debo destacar el buen hacer de Fonda sobre el resto pero sólo por preferencias personales, porque tanto Anthony Quinn como Widmark consiguen hacerse con los personajes como si fueran suyos, el primero con su cara de gracioso cabrón y el otro con esa cara de circunstancias que en esta ocasión le va como anillo al dedo.

Una buena película que creo que ha sido lo suficientemente ignorada como para que ésta sea una buena ocasión para ser redescubierta. Sólo por los tres protagonistas ya lo vale.

sábado, 23 de mayo de 2009

Star Trek (o relanzando la franquicia)


La décima película de Star Trek (Némesis) no había obtenido los resultados esperados, lo que parecía sentenciar a esta longeva serie de los cines. Ahora, el señor J.J. Abrams lo vuelve a intentar con esta película, vendida como una precuela. Parece que al exitoso creador de Perdidos se le ocurrió que, si tenía que salvar el universo trekie en su vertiente cinematográfica, había que retomar los personajes que lo hicieron famoso...

Así que ahora tenemos a los protagonistas más famosos de todas las series de Star Trek, los de la serie original, de vuelta a la academia de la Federación: el rebelde Kirk (que aunque el actor lo intenta, no es Satner ni por asomo...), el señor Spock (ahora este actor será recordado por ser Spock Junior y no Sylar), Ujura (mucho más espectacular que en cualquier capítulo de la serie original, seguro) y el resto de entrañables tripulantes de la Enterprise (incluso aquel mítico capitán que años después estará confinado a una caja y que sólo podrá hablar mediante pitidos, provocando que el señor Spock desobedezca a toda la cadena de mando).

La película, sinceramente, es una digna sucesora del legado de Star Trek: batallas espaciales (¡con sonido, claro!), planes locos de Kirk que salvan el día y expulsión del núcleo para salvarse de la fuerza de atracción de un agujero negro/rayo tractor/cosa que absorbe, todo ello enmarcado en una historia de ciencia ficción simplona pero efectiva. Seguramente, no será la última aventura de la Enterprise "juvenil"... Y éste es el único punto negativo que se me ocurriría señalarle a Abrams, porque podría haberlo intentado con una nueva tripulación o una precuela de verdad, pero digamos que esta película no es más que una excusa para el relanzamiento de la franquicia, esperando la oportunidad de recuperar el filón de la saga y vendernos más entregas de Star Trek Junior. Podrán ser buenas o malas, claro, pero esa sensación de que están violando a unos personajes entrañables no me la podrán quitar.

Una película llena de comedia, luchas espaciales y un guión tonto que nos permitirá reencontrarnos con nuestros queridos tripulantes de la USS Enterprise, pero actualizados hasta parecer quinceañeros idiotizados con la intención de seguir haciendo películas aunque tengan que cargarse las 10 anteriores sin ninguna clase de miramiento, como cierto planeta que no diré para no arruinar la "sorpresa"...

viernes, 24 de abril de 2009

Nuevos X-Men


Magneto: No seré juzgado por niños. ¡Dadme la muerte, hacedme inmortal!

Editorial: Panini
Guión: Grant Morrison
Dibujo: Frank Quitely, Phil Giménez, Igor Kordey, Ethan Van Sciver, John Paul León
Números: New X-Men 114 al 154 USA.

Las colecciones mutantes llevaban mucho tiempo sin levantar cabeza: sobreexplotación, historias cada vez más absurdas (incluso ridículas) y, lo peor de todo, una última saga a cargo de... ¡Scott Lobdell! Pero como ya decía nuestro viejo amigo Clint Barton, "cuando se ha llegado tan abajo, sólo se puede subir". Y así fue. Llegó a la colección el señor Grant Morrison con carta blanca (no sabría decir hasta que punto) y nada volvió a ser lo mismo...

Por primera vez en mucho tiempo (algunos afirman que desde el principio de la etapa Claremont), los lectores se encontraron con historias que no los trataban como a deficientes mentales: Cíclope, tras una horrible posesión, se encontraba más dubitativo que nunca (aunque a la hora de liderar el equipo se pusiera en modo automático...), Lobezno volvía a ser el típico saco de boxeo de antaño y La Bestia por fin dejaba el laboratorio para convertirse en un héroe de nuevo. El profesor Xavier, cansado de que usaran su mente para amenazar a la humanidad, se enfunda una pistola con un objetivo determinado: ¿Disparar al primero que le amenace, como cualquier héroe de los 90? ¡No! Pegarse un tiro a la cabeza ante el mínimo indicio de que vayan a controlarle la mente.

La Escuela de Xavier empezó a ser una escuela de verdad (cosa que no ocurría desde Los Nuevos Mutantes, en los... ¿80?) y los mutantes dejaron de ser unos parias oprimidos para convertirse en una raza que reivindicaba su lugar en La Tierra. Por sus páginas pasaron Centinelas, Shi'ars e incluso una nueva vuelta de tuerca al pasado de Lobezno, todo con un aire de frescura que Morrison consiguió imprimirle para el goce y disfrute de muchos lectores de mutantes que se habían cansado de leer siempre lo mismo. Presenta a un nuevo hombre-X, Xorn, que consigue calar entre el público y se nos insinúa una nueva venida del Fénix, mientras Cíclope se embarca en un nuevo lío de faldas que (esta vez sí que por primera vez) traerá cola. Y cuando los lectores ya estaban acostumbrados a esperar mes a mes su nueva ración mensual de una de las mejores etapas de los mutantes, llegó la última saga de Morrison: Here Comes Tomorrow... Y si ya había abierto bocas de admiración hasta ese momento, cuando se comprueba definitivamente lo que hasta ese punto sólo se insinuaba, la etapa de Morrison alcanzó el nivel de lo mejor que se puede leer actualmente, nada más que añadir.

El apartado gráfico puede calificarse de irregular. Quitely, aunque no es santo de mi devoción, dibujando mujeres con cara de hombres (o monstruos) se manejaba bien con sus composiciones de página y su compenetración con Morrison. Phil Giménez también se las arregló bastante bien, aunque se le pueda reprochar falta de espectacularidad en algunas escenas de la penúltima saga. Incluso tenemos a un mítico Silvestri ilustrando el final de la etapa Morrison... Pero por el medio tenemos al odiado Kordey. No sé cómo ha conseguido ser dibujante de Marvel, aunque con el Quesada de jefazo ya me lo creo todo, pero lo que hace ese hombre con los lápices (si es que usa lápices) es de juzgado de guardia. Menos mal que los guiones de Morrison son suficientes para aguantar algo tan desagradable para la vista.

Todo un clásico moderno que asegura diversión, sorpresa y entretenimiento a partes iguales. Qué error por parte de Marvel no acabar con la colección cuando Morrison se fue, visto en lo que ha degenerado la franquicia mutante, una vez más. La prepotencia de Morrison mientras se encontraba al cargo de los guiones parecía bastante gratuita con frases como "cuando yo acabe, no hará falta que nadie más escriba sobre los X-Men" o "Yo escribo cómics para adolescentes inteligentes, no quiero escribir para tontos"; desafortunadamente, el tiempo le ha dado la razón...



viernes, 6 de marzo de 2009

Punisher vs Bullseye

Bullseye: Necesito la mitad del dinero ahora: Doscientos cincuenta mil.
Nico: Ni hablar.
Bullseye: ¿Disculpa?
Nico: Hemos corrido la voz por toda la ciudad. Un montón de tipos están intentando embolsarse el cheque del Castigador, tal vez antes que tú.
Bullseye: En realidad, no has corrido la voz por toda la ciudad. Ese abogado sólo tuvo tiempo de decirme a mí lo del contrato del Castigador antes de que... muriera horriblemente. Pero, mira, tienes suerte: estoy aquí. Y QUIERO MI DINERO.


Editorial: Panini
PVP: 10,75 €
Páginas: 120
Guión: Daniel Way
Dibujo: Steve Dillon

Como ya anuncié en la primera serie limitada del gran Bullseye con el mismo equipo creativo: CUIDADO, aquí no vas a encontrar la octava maravilla del mundo ni una historia trascendental planeada por Alan Moore. El guión es de alguien capaz de clonar al Grath Ennis humorístico de sus primeros números de Punisher y los dibujos de un más que digno "alumno" de Kevin Maguire, así que ya sabes a lo que atenerte (o dejar de leer ya).

Ha llegado el momento de que dos de los más grandes psicópatas se enfrenten. Frank Castle es El Castigador, un homicida peligroso empeñado en eliminar a todos los criminales que encuentre. Bullseye es un psicópata con una puntería impecable, capaz de matar a quien sea con el objeto más insignificante en el que puedas pensar. Una familia mafiosa venida a menos ha decidido poner, como muchas otras en el pasado, precio a la cabeza del Castigador. ¿Por qué esta vez debería ser diferente? Porqué esta vez Bullseye está interesado en el dinero, y Frank Castle descubrirá lo peligroso que puede ser un avioncito de papel...

Lo prometido es deuda, y aquí tenemos la lucha de titanes que nos dibujará varias sonrisas en la cara siempre que dsfrutaras con el breve encuentro que ya tuvieron los personajes en Bullseye: Grandes Éxitos. De nuevo Way nos sorprende con un cómic ligero y sin pretensiones. Explosiones, risas, gracias, tiros y Bullseye en un combate de lujo. Nada que añadir. Y todo presentado por Steve Dillon y sus expresiones faciales características y, por supuesto, es una gozada volverle a ver dibujar al Castigador con su escaso pero efectivo repertorio facial: enfadado, cabreado y "vas a morir de forma horrible". Y, por supuesto, descubriremos nuevos aspectos de Bullseye. Por ejemplo, que si le caes bien puede regalarte los objetos más variopintos. Y que, a pesar de estar totalmente loco, es capaz de plantarle cara a uno de los más curtidos veteranos de Marvel.

¿Conseguirá Frank matar a Bullseye? Por supuesto que no. ¿Eliminará Bullseye a Frank? Bueno, antes de leer el cómic tambien sabemos que no. ¿Habrá bajas civiles? Sí, claro. ¿Habrá bajas de mafiosos? Pues tambien. Pero lo importante no son las respuestas que ya se saben antes de empezar a leer, sino el buen rato que se puede llegar a pasar leyendo una historia divertida ilustrada por un dibujante con un estilo peculiar. Nada sobre lo que reflexionar durante horas ni que cambie nuestra percepción de la realidad, un mero entretenimiento de los que se agradecen en ocasiones.

Thunderbolts

Bullseye: ¿Sabes lo que digo? Cada vez que mato a alguien me siento más cerca de Dios. Él crea y yo destruyo. ¿Y si eso me convierte también en dios?
Norman Osborn: Guardia, creo que no pasará nada si el señor Bullseye está otras 24 horas sin poder ir al servicio, ¿no cree?
Guardia: Sí, señor.

Editorial: Panini
Guión: Warren Ellis
Dibujo: Mike Deodato Jr.

Cuando se supo que elementos del calibre de Bullseye y Veneno iban a formar parte de los Thunderbolts, pensé que sólo era la última de las cagadas que derivan de la Guerra Civil de Marvel. Pero luego me enteré de que Warren Ellis estaba por allí y decidí darle una oportunidad... Y el resultado es que soy un converso convencido de los Thunderbolts de Ellis. Los antiguos Thunderbolts eran villanos de tercera que, hartos de llevarse palizas, decidían ser buenos para que no les pegaran cada dos por tres; los Thunderbolts de Ellis son un atajo de cabrones que cumplen con sus órdenes porque no tienen más remedio o porque les conviene (una suculenta paga o una buena sacudida eléctrica son las alternativas). Los Thunderbolts de Ellis no son un equipo, son un puñado de psicópatas y asesinos obligados a obedecer. Los Thunderbolts de Ellis... me encantan.
Pero empecemos por el principio. Estos Thunderbolts tienen un director: Norman Osborn. Sí, el Duende Verde que le hacía la vida imposible a Spiderman ha vuelto, aparentemente reformado y redimido ante el ojo público (y bajo medicación para que no tenga... pensamientos "verdes"). Por supuesto, sigue tan loco y psicótico como siempre, pero lo disimula en público. La alineación la forman un chino radiactivo, la líder de los antiguos Thunderbolts, una psiquiatra con poderes que no dudará en... alterar la medicación de Osborn, el hijo de un nazi que tiene su espada forrada con la piel de su hermana muerta, el antiguo Escorpión con un traje simbionte alienígena con intenciones caníbales, el encantador psicópata Bullseye y un antiguo héroe que para usar sus poderes ha de hacerse daño (mucho).

Junta a estos personajes bajo la batuta de uno de los guionistas más brillantes de la actualidad, y tendrás como resultado un cómic capaz de voltear el concepto de "superhéroe" como pocas veces se ha visto. Manipulación mediática, villanos haciendo el papel de héroes y mucho dolor para los que se crucen con ellos. Y, por supuesto, tambien risas y humor (negro). El eficiente dibujo de Deodato acompaña a la perfección los guiones de Ellis, desde la vida carcelaria que llevan nuestros "héroes" hasta las luchas sanguinarias y sucias que libran para capturar a los seres con poderes no registrados, a los que Ellis ha rescatado de los rincones más olvidados de Marvel (La Araña de Acero, Jack Flag, Águila Americana...) para que participen en la carnicería. Pero no sólo de acciones sangrientas e injusticias se alimenta la trama, sino que tambien tendremos el dudoso placer de acercarnos a algunas de las mentes más perturbadas del equipo... La serie se complementa con algunos números autoconclusivos realizados por otros autores, en las que hay curiosidades como Bullseye ejerciendo de líder de campo o Norman Osborn arreglando asuntos pendientes.

Una de las colecciones más originales y oscuras que ha dado Marvel en estos tiempos de bajón creativo (debe ser lo único bueno que ha salido de Civil War...), una experiencia inolvidable cuyo fin ya está cerca porque Warren Ellis (alias "culo inquieto") ya ha anunciado su marcha de la serie y Bendis ha decidido copiar su creación, aunque esto será otra historia. Si te atreves a iniciar esta lectura descubrirás que no sólo odias a los Thunderbolts de Norman Osborn, sino que tambien los quieres (aunque sea un poco)...

martes, 20 de enero de 2009

Culebrón de Clint (o El Intercambio)


Tenemos aquí el nuevo culebrón del señor Clint Eastwood... Asustado por si sufriría un arrebato intestinal como con Los Puentes de Madison o si saldría contento como en Mystic River, me alegra decir que el viejo vaquero me sorprendió, de nuevo. El cine "made in Clint" sigue presente en esta película: ritmo pausado (con desniveles de menos a más y de más a menos) , recreación (excesiva) en el dolor de los personajes, uso clásico de la cámara, sin alardes... pero con los detalles "hijoputescos" marca de la casa.

Basada en una historia real, asistiremos a la desesperada lucha de una madre (una Angelina Jolie que no ha usado su cuerpo como reclamo, creo que por primera vez) por intentar averiguar qué ha pasado con su hijo desaparecido. Por supuesto, el director no deja pasar la oportunidad para criticar el sistema policial y político de la época. Pero no, no tengais miedo que no vais a estar viendo durante dos horas a Angelina llorando y preguntándose por su hijo (menos mal), cuando menos te lo esperas llega un toque "hijoputesco" de Clint para que vuelvas a dudar sobre el hijo, los implicados o el cómo acabará.

Los actores cumplen su función sin excesos. La Jolie, como ya hemos apuntado, no usa su cuerpo como reclamo y parece que intenta hacernos ver que acudió a un par de clases de interpretación. John Malkovich no tiene reparo alguno para tomar un papel (muy) secundario y hacerlo de forma normal, sin duda porque cuando Clint le dice a alguien que quiere usarlo en su película, ese alguien no puede negarse a aceptar. Los niños son correctos (vamos, una de las pocas películas donde aparecen niños y no te dan ganas de ostiarlos) sin más. Y el que hace de "hombre de la América profunda con problemas" sobreactúa sólo lo necesario. Como suele ocurrir con las películas de Clint, parece como si consiguiera traspasar la austeridad y carencia de gestos de él como actor al resto del reparto (lo cual me parece cojonudo, por cierto).

Una buena inversión, tanto económica como de tiempo, con la que perder un par de horitas, sobretodo si pensabas que en el cine sólo había ya efectos especiales y remakes estúpidos. Un drama honesto, en el que todo es lo que parece. Simple, pausado y directo, la marca de la casa de Clint (aunque sea un culebrón).

Arsénico por compasión

Mortimer: ¿Quereis decirme como ocurrió?
Abby: Oh, Mortimer... no seas tan preguntón. Ese caballero murió porque bebió un vaso de vino con veneno.
Mortimer: ¿Y cómo llegó el veneno al vaso?
Abby: Se lo pusimos en el vino porque a penas se nota. En el té tiene un sabor muy especial...
Mortimer: ...

Título original: Arsenic and old lace
Director: Frank Capra
Actores: Cary Grant, Priscila Lane, Peter Lorre, Raymond Massey, Josephine Hull
Año: 1944
Duración: 118 minutos (aproximadamente)
Trailer: (No lo he encontrado)

Si tuviera que elegir una única comedia de la extensa lista de películas cómicas que debe existir, esta sería la primera. Puede que llore de risa con los Monthy Python, Austin Powers o las comedias más salvajes de Jim Carrey, pero es esta obra maestra de Capra la que siempre me viene a la cabeza cuando pienso en la mejor comedia que he tenido el placer de ver. Y será que el señor Capra y yo tenemos un sentido del humor parecido, porque se dice que cuando vio esta obra de teatro, no paró hasta que consiguió sus derechos para hacer la película...

Resumir la película sólo serviría para arruinar un par de sorpresas al pobre desafortunado que no la haya visto. Si dijera que es la historia de un crítico teatral (famoso por sus libros en contra del matrimonio) que se acaba de casar y hace una fujaz visita a sus tías antes de embarcarse de luna de miel, seguramente no llamaría la atención de nadie. Sin embargo, lo único que podría añadir a este resumen es que, si pensabas que la familia Vorhees o la familia Bates eran "especiales", te prepares para conocer a la familia Brewster... Las obras de Frank Capra más famosas siempre han mostrado la lucha de un hombre contra el mal frente a la indiferencia de la mayoría (Caballero sin espada, ¡Qué bello es vivir! o Juan Nadie), aunque en esta ocasión no veamos nada de eso. Humor, humor y humor negro es lo único que vamos a encontrarnos en estos 114 minutos de golpes, carreras y locura en blanco y negro.

Entre los actores, por supuesto, hay que destacar al gran Cary Grant. Aunque el actor se mostró durante toda su vida contrariado por este papel, hay que reconocer que está magnífico. Al actor no le gustó porque el director le obligó a sobreactuar en cada escena (cosa que parece que no le hacía gracia a Grant), y vaya si sobreactuó: carreras, muecas, golpes, alaridos... un Cary Grant como nunca se había visto (y como nunca se volvió a ver salvo, tal vez, en algunas ocasiones de Con la muerte en los talones) arrancando sonrisas al espectador en cada momento, lejos de su papel de galán eterno. Acompañándolo, un grupo de secundarios que lo hacen igual de bien que él ante los que habría que quitarse el sombrero: la sufrida y desconcertada (y también guapa) esposa, las entrañables (a la par que "especiales") tías del protagonista, el tío que se cree Teddy Roosevelt y sus cargas a traves de la escalera, el hermano malvado Jonathan que se parece a Boris Karloff y su compañero el doctor Einstein, alcohólico y complaciente interpretado por el también grande Peter Lorre.

El único fallo que se le podría criticar a la película es que no esté Boris Karloff... Pero como confieso que la primera vez que la vi pensaba que era él, y dado el magnífico trabajo del actor Raymond Massey, no seré yo el que la critique por eso. Recomendada para toda la familia, sólo espero que algún día pueda verla proyectada en un cine para poder reirme de verdad en una sala de cine, y no por lo cutre que resulte lo que están proyectando...